Cierro los ojos mientras tus
labios se acercan a mí, ya decidí perder la cordura contigo, ya no me resisto a
la seducción…
Siento tus labios suaves
chocar con los míos, siento tu caliente respiración en mí, aquel cosquilleo
vuelve, ese que parece estar dormido cuando tu no estas. No quiero que ese
momento acabe, no quiero que la sensación me abandone, en ese acto tan egoísta,
tan delicioso. No me gustas, es más que eso, es deseo puro. Es como si conectáramos
a niveles que ni siquiera había experimentado, no ocupo decirte que hagas para
satisfacerme, tú lo sabes, lo lees en mi mente.
Tus besos me arrancan de la
tierra hacia lugares desconocidos y placenteros, muerdes mis labios, me
aprietas contra ti como si a penas te costara, regresa ese mareo por falta de
respiración, aunque creo que es más falta de cordura, pero no me importa. Estoy
demasiado a gusto sintiéndote como para preocuparme por algo más.
Es tanto el deseo, es tanto
lo que me haces sentir cuando me tocas, que no importa cuánto tiempo pase antes
de poder verte de nuevo, sé que cuando eso ocurra volveré a sentir eso, esa
sensación que debe estar prohibida en algún libro sagrado al ser tan
placentera.
No te detienes, me besas
como si no hubiera un mañana, me deseas tanto que solo tiene comparación con lo
mucho que te deseo yo a ti, tus manos recorren mi cuerpo de manera perversa de
manera que no sé si se pueda describir.
Mi mente volando se va… y
sin embargo mi cuerpo sigue ahí, sintiéndote, como si te fundieras en mi…
Tu lengua entra en mí y
siento que se me quema el cuerpo, y allá donde tocan tus manos siento como se
contrae mi estómago de las ansias que tengo porque me hagas tuya.
No me importa vivir en la
fantasía, mientras sea contigo…
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