Con esos ojos que me mataban…
con esa sonrisa a la que se le hacen hoyuelos…
A veces solo de pensar en
ese momento me pongo en tensión sexual aunque esté sola. Estábamos ahí en un día
cualquiera haciendo ejercicio, solos, para variar, ¿qué más se podía pedir? Fue
como si el universo por fin me diera la oportunidad, ocurrió rápido, eso no lo
voy a negar, pero para mí, fueron minutos robados al destino de aquella mujer
que te poseía.
Después de entrenar me quede
a platicar, seguíamos solos, te mire tal cual, tanto que te deseaba, a veces sentía
que tú lo sabias, por tu forma de reír, por tu manera de agachar la mirada, a
veces pensaba que tú no te dabas cuenta, eras demasiado distraído, aproveche eso,
sabía que era ahora o nunca.
Te mire fijamente y espere a
que tu vista dispersa se fijara en mí, tus ojos brillaban, dilatados, no sé si
sería por el ejercicio que acabábamos de hacer, pero me lance por ti, perdí el
control que tanto aseguraba yo tener, te tome con ambas manos y te bese, te
bese con intensa pasión, ya había esperado mucho, y si era lo único que de ti tendría,
pues al menos que ese pedazo de historia fuera maravilloso pensé.
Ese delicioso momento en el
que no te resististe, en el que me devolviste el beso como si lo estuvieras
esperando, era como soñar, y ni siquiera el sueño más erótico contigo se
compraba con la realidad, labios suaves, respiración agitada, tu piel caliente,
tu cercanía me volvía loca.
¡Que beso! Debería estar
prohibido besarse así, era tanta pasión, que de un momento a otro estábamos abrazados,
mis manos urgentes obedecían a mis instintos, quitándote la ropa; tus manos no
se quedaban atrás, era como si de pronto nada existiera, me tocabas los pechos
con ansias… En mi memoria queda como el suelo y el silencio fueron testigos
presenciales de nuestro encuentro, tan breve, tan intenso, tan esperado…
Es como soñar, de pronto no
sabes cómo es que llegaste a ese lugar, pero ya estaba arriba de ti, sin
precauciones, sin pudor, moviéndome al compás de tus gemidos, desnudos,
fundiendo los cuerpos. Sentía como estabas dentro, sentía como deseabas que
pasara, sentía como la eternidad si existía, probaba un trozo de cielo contigo.
Se sentía tan bien que
recordarlo ahora me hace cerrar las piernas y contraerme como si aún sucediera,
tus manos eran suaves, recorrían mi piel presurosas pero con ternura. Me mirabas
con excitación, gemías suave, paraíso pensé, tu olor y el mío se fundían en el
ambiente, no quería venirme, pero para que negarlo tu miembro era generoso y cumplía
su función.
Estaba en partes de mí, muy
sensibles al tacto, maldita sea, si solo hubiera podido resistirme un poco más,
sólo para deleitarme viendo tu cara, tu expresión, esa boca entre abierta
gimiendo suave, esos ojos negros viéndome, esas mejillas sonrosadas por la excitación
pero a su vez deseando cada vez más…
Y justo ahí, olvide hasta mi
nombre, me deje llevar, me rendí ante ti, me vine de una manera intensa, sentí que
te clave las uñas en el pecho, al fondo escuche tu gemido, no supe si era de
placer o dolor, ambas ideas me excitaban, tú me tomabas fuerte de las caderas
mientras yo me movía arriba de ti, sin control, concentrada en lo que sentía…
Momentos después, cuando al
fin recuperaba la cordura, te vi, justo en el momento en que tú te ibas de la
tierra, justo cuando tu orgasmo te llevaba al cielo y tenías esos espasmos
involuntarios, tenías los ojos fuertemente cerrados, pero sabía que no dormías,
gemiste profundo y grave, como si el gemido viniera desde lo más profundo de tu
cuerpo y estuviera esperando salir…
¡Qué recuerdos!, ¡qué
historias!, ¡qué vida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario