Me dan pena las aves
cantarínas, multicolor, pintorescas, frágiles, ágiles, gráciles, amistosas,
sensibles, encerradas en jaulas toda su vida, encarceladas por ser consideradas
un adorno musical, tristes se ven por siempre sin poder volar, sin poder surcar
los cielos, que es para lo que fueron hechas.
Obligadas a permanecer en
los parios traseros, a las entradas de las casas o dentro de ellas, siendo solo
una distracción para los humanos que encuentran exótico mantener cautivo a un
ser de infinita luz como lo es un ave.
Siento pena por ellas, me
parten el corazón oírlas cantar aburridas, tristes, pesarosas, consternadas,
alicaídas, en ratos felices, teniendo una corta vida, destinadas a no volar
nunca, no conocer ningún paisaje jamás, a no saber cómo es realmente la vida.
Sus cortas vidas pasan
enjauladas a veces solas, a veces con demasiada compañía, a veces solo con su
pareja que les fue asignada. A la intemperie, o dentro de sofocantes casas con
olores desagradables, o fuertes o tóxicos. Tal vez no todas tengan una mala
condición de vida, algunas gocen de alimentos adecuados, cuidados y clima
estable, pero aun con eso están encarceladas, ni jaula de oro remplaza la vida
en libertad, en naturaleza…
Antes alegaba que uno no
necesitaba sentimientos, solo ser racional, pero definitivamente no puedes ser
humano, si no cambias de opinión, y no puedo evitar tener sentimientos, tanto
por los animales, como por humanos.
Y lamento mucho que los
seres humanos sean tan egoístas en tantas veces busquen tener adornos vivos, en
sus casas, pensando solamente en lo estético sin pensar que es una vida la que
apresan, una vida libre, una vida que tiene su propio modo de vivir.
Mi consejo:
No tengan aves encerradas
como adorno, los animales no son cosas.
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