A veces las penas y
frustraciones me invaden.
Ando un poco depre (en parte
se debe a las vacaciones pues tengo demasiado tiempo libre para pensar y
acomplejarme) resulta que a veces no siento los cambios físicos o de salud a
pesar de ser muy constante en mi actividad física. Sé que podrán decir que
lleva tiempo, que depende las horas de dormir, el cambio climático, las
hormonas, la alimentación y miles de cosas, lo sé, no es algo que yo ignore, únicamente
me estoy quejando.
Me esfuerzo mucho en el
gimnasio, hago las rutinas según se indica, siempre busco hacerlas mejor, y
sigo cada instrucción… y a veces me miro al espejo y siento que solo me miro
como una mujer delgada. Es todo, mi esfuerzo, mis horas de sufrimiento, mi técnica,
alimentación, etc. Todo al carajo, para que en las fotos solo me vea normal,
nada de músculos marcados, nada de cintura de avispa, nada de espalda
esculpida.
Lo sé, todo tarda en llegar
y rápido se va. Según me han contado, todos pasan por diversas etapas al entrar
en el mundo de entrenar para estar saludable o sexy, cualquiera que sea la razón,
entras súper motivado, pensando que no estás tan mal físicamente, que un par de
meses y veras resultados… después viene esa etapa donde no hay cambios y te
frustras, si tienes suerte te aferras o alguien te apoya y sigues, luego una de
las mejores etapas donde ya comienzas a ver cambios en tu cuerpo y estado físico,
vuelve la euforia de sentir que controlas tus cambios corporales y que vas a
seguir para lograr más metas.
Pasadas esas tres etapas
iniciales regresa en general un estancamiento en el que no ves ya cambios, o quizá
solo se te cruzan los cables y tú no los ves, y otros si… resulta que empieza
la montaña rusa de emociones, días vas bien motivado, días vas como un
suplicio, días no prestas atención, días entrenas con el corazón, días y más días.
Luego está la lucha con la
comida, muchos dicen que no es una lucha, que te acostumbras, que si tus metas
son más grandes que tu gula y bla bla bla, pero lo cierto es que desde pequeños
nos enseñan a comer mal, así que esos malos hábitos no se van a ir en un mes,
solo porque lleves tres entrenando.
Seamos realistas, el paladar
manda muchas veces y lo sabroso y llenador en general son cosas que no nos
nutren, por lo tanto para mí y otros que he visto, si es una lucha con la
comida, es luchar contra los parientes que te invitan a comer y luego te hacen
un drama porque llevas tu traste de plástico con divisiones lleno de verduras (hagamos una aclaración, al ser
vegana, se meten conmigo desde que lo saben, pero ser vegana y fit, olvídense es
como declarar la guerra a la familia) y porque no quieres probar la comida que
hicieron, te llaman payaso, ridículo, entre otros comentarios ofensivos (lo
bueno que son tu familia o amigos) diciéndote que no te va a pasar nada si te
comes una cosa que este fuera de tu dieta.
Entonces uno deja de asistir
a comidas, luego pasas a ser el amargado que vive pensando en los carbohidratos
y el obsesionado con el gimnasio. Después casi toda actividad (al menos en la
zona que domino) va acompañada de comida, ir al cine es ver comida chatarra (la
cual anda uno queriendo evitar) ir al parque es subirse a los columpios y después
comer, ir de compras y si te tardas comer fuera. Bueno también quizá yo salgo
poco, así que no conozco mucho.
Y ahí van las frustraciones,
luchas con la depresión que a veces te da por no ver algo visible en tu cuerpo
de tu esfuerzo, luchas con la comida, luchas con tus amigos o parientes por la
comida. Luchas con los lugares para no comer cosas dañinas.
Parece uno que el mundo se
nos pone en contra, a ratos nada más… y para rematar una de dos, o alguien te
dice que no sabe para qué vas al gimnasio si ni se te nota nada, o ves a
alguien con esa genética maravillosa que solo sale a correr a veces y come todo
lo que se le atraviesa y esta hasta se ve como si hiciera ejercicio. Nombre con
eso listo para ponerse a llorar.
El problema es que uno no
ama su cuerpo, porque te dicen que lo ames, tal como es, y eso, pero luego te
bombardean con publicidad donde la gente exitosa es delgada y en forma, donde
las caras bonitas triunfan, donde lo que excita va con lencería que luce en
cuerpos tonificados, donde se burlan de los defectos físicos… Está cabrón
quererse así.
No digo que siempre estoy
deprimida y que siempre me siento así, digo los motivos por los cuales a veces
me siento así, pero claro llegan personas, te dicen cosas, o tú solo te das ánimos,
o te enfocas en otras cosas y se pasa.
A veces pienso que cuando
sea vieja (allá por los 70) voy a recordar tantas inseguridades de mi cuerpo,
tantos miedos, tantas amarguras por mi peso o aspecto físico y me voy a reír
triste, de pensar que desperdicie mis pensamientos en esas cosas que no valían la
pena, en lugar de disfrutar que tenía buena salud y juventud o tiempo para
aprender (no sé a lo mejor de vieja estoy enferma).
Y eso que aún no les hablo
de mis enojos que paso siempre que las personas me dicen que está mal que
siendo mujer desee tener visibles (enormemente visibles) los músculos, ja, esa
es otra historia.
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