A ratos la culpa me hacía
sentir mal, ella se había convertido en mi mejor amiga, pero el verte con ella
hacia que mi deseo creciera, no nos habíamos visto más que brevemente en
cumpleaños de mi amiga y en dos cenas navideñas, pero no podía dejar de pensar
en ti, los años te habían favorecido, aun practicabas deporte aunque eras padre
y cabeza de familia, se notaba que trabajabas tu cuerpo, ese cuerpo que yo deseaba.
Desde la última comida donde recordé detalles de nuestro único encuentro una
llama se encendió en mí.
Busque pretexto para ir a
casa de mi amiga y verte más seguido, siempre evitabas estar a solas conmigo,
eso de cierta forma me excitaba aún más…
Un día en horas que sabía
que mi amiga no estaría fui a su casa, estaba caliente y no me importaba nada,
ahí estabas tú, solo, al parecer planeabas ir al gym pues me abriste la puerta
a medio cambiar, garrafal error de tu parte. ¿Esta Irene? Pregunte sabiendo la
respuesta, hola, no, en realidad salió con su hermana, contestaste algo
nervioso, pero sin evitar mi mirada. Ah pues en ese caso es perfecto dije yo e
inesperadamente para ti te comencé a besar, trataste de quitarte, pero yo sabía
que lo deseabas, así que no te resististe por demasiado tiempo, pienso que tú
tampoco olvidabas aquel encuentro juvenil.
Siendo adultos ya con más
experiencia, el sexo fluyo de manera armoniosa, cogimos en la sala, en el
sillón, como haciendo homenaje, tu cuerpo era hermoso, era muy deseable, habías
madurado mucho, de como yo te recordaba, te lamí todo el cuerpo, gemías
delicioso, pero esta vez decidiste voltearme de espaldas y darme duro así, a mí
me encantó la idea, mis pechos de apretaban en los cojines del sofá mientras tú
me penetrabas sin control y de nuevo sin protección, no podía ver tu rostro
pero era delicioso como me sometías, sentía tu pene entrar de lleno en mí, y
como nuestros fluidos se mezclaban, empujabas con fuerza y yo levantaba más las
caderas para que la penetración fuera más profunda…
Habías aprendido algunos
trucos por ahí, pronto me metiste un par de dedos en la boca mientras yo gemía
sin remedio, siempre había sido una sucia, así que la idea de que me trataras
así, era muy excitante, me vine a los ocho minutos, pero tu continuabas penetrándome,
relaje el cuerpo y tú comenzaste a ponerte más violento, jalaste mi cabello
deliberadamente, sacaste tu pene y me hiciste que te lo chupara, que ganas
había tenido, sabias a mí y a ti, tan delicioso, mientras te la mamaba te
miraba, esos ojos avellana que tanto me hacían arder, te la chupe con ganas, te
hice garganta profunda y te encanto, tus mejillas y pecho pronto se llenaron de
sangre y sabía que pronto te vendrías. Decidiste hacerlo en mis pechos y me
encanto, para que negar, me gustabas, y era fabuloso el sexo.
Joder nena!!me has puesto a mil!!voy a tener q empezar a ir a gym.a ver si un día apareces en mi puerta.��
ResponderEliminarjajajaja que amable, muchas gracias por comentar.
ResponderEliminar