14 de enero de 2017

De ti, ¡qué no podría decir!


Con esos ojos que me mataban… con esa sonrisa a la que se le hacen hoyuelos…


A veces solo de pensar en ese momento me pongo en tensión sexual aunque esté sola. Estábamos ahí en un día cualquiera haciendo ejercicio, solos, para variar, ¿qué más se podía pedir? Fue como si el universo por fin me diera la oportunidad, ocurrió rápido, eso no lo voy a negar, pero para mí, fueron minutos robados al destino de aquella mujer que te poseía.

Después de entrenar me quede a platicar, seguíamos solos, te mire tal cual, tanto que te deseaba, a veces sentía que tú lo sabias, por tu forma de reír, por tu manera de agachar la mirada, a veces pensaba que tú no te dabas cuenta, eras demasiado distraído, aproveche eso, sabía que era ahora o nunca.

Te mire fijamente y espere a que tu vista dispersa se fijara en mí, tus ojos brillaban, dilatados, no sé si sería por el ejercicio que acabábamos de hacer, pero me lance por ti, perdí el control que tanto aseguraba yo tener, te tome con ambas manos y te bese, te bese con intensa pasión, ya había esperado mucho, y si era lo único que de ti tendría, pues al menos que ese pedazo de historia fuera maravilloso pensé.

Ese delicioso momento en el que no te resististe, en el que me devolviste el beso como si lo estuvieras esperando, era como soñar, y ni siquiera el sueño más erótico contigo se compraba con la realidad, labios suaves, respiración agitada, tu piel caliente, tu cercanía me volvía loca.
¡Que beso! Debería estar prohibido besarse así, era tanta pasión, que de un momento a otro estábamos abrazados, mis manos urgentes obedecían a mis instintos, quitándote la ropa; tus manos no se quedaban atrás, era como si de pronto nada existiera, me tocabas los pechos con ansias… En mi memoria queda como el suelo y el silencio fueron testigos presenciales de nuestro encuentro, tan breve, tan intenso, tan esperado…


Es como soñar, de pronto no sabes cómo es que llegaste a ese lugar, pero ya estaba arriba de ti, sin precauciones, sin pudor, moviéndome al compás de tus gemidos, desnudos, fundiendo los cuerpos. Sentía como estabas dentro, sentía como deseabas que pasara, sentía como la eternidad si existía, probaba un trozo de cielo contigo.



Se sentía tan bien que recordarlo ahora me hace cerrar las piernas y contraerme como si aún sucediera, tus manos eran suaves, recorrían mi piel presurosas pero con ternura. Me mirabas con excitación, gemías suave, paraíso pensé, tu olor y el mío se fundían en el ambiente, no quería venirme, pero para que negarlo tu miembro era generoso y cumplía su función.

Estaba en partes de mí, muy sensibles al tacto, maldita sea, si solo hubiera podido resistirme un poco más, sólo para deleitarme viendo tu cara, tu expresión, esa boca entre abierta gimiendo suave, esos ojos negros viéndome, esas mejillas sonrosadas por la excitación pero a su vez deseando cada vez más…


Y justo ahí, olvide hasta mi nombre, me deje llevar, me rendí ante ti, me vine de una manera intensa, sentí que te clave las uñas en el pecho, al fondo escuche tu gemido, no supe si era de placer o dolor, ambas ideas me excitaban, tú me tomabas fuerte de las caderas mientras yo me movía arriba de ti, sin control, concentrada en lo que sentía…


Momentos después, cuando al fin recuperaba la cordura, te vi, justo en el momento en que tú te ibas de la tierra, justo cuando tu orgasmo te llevaba al cielo y tenías esos espasmos involuntarios, tenías los ojos fuertemente cerrados, pero sabía que no dormías, gemiste profundo y grave, como si el gemido viniera desde lo más profundo de tu cuerpo y estuviera esperando salir…


¡Qué recuerdos!, ¡qué historias!, ¡qué vida!



No hay comentarios:

Publicar un comentario