8 de marzo de 2017

Juventud y deseos.





Estaba tranquilo limpiando la casa, habían dejado mucha basura, pero era mi trabajo así que no me quejaba, con suerte y podría salir temprano para ver a mi novia. Al pasar por el cuarto escuche sonidos de placer, sin poder evitarlo eche un vistazo, ahí estabas masturbándote, desnuda sobre la cama, tu piel deliciosamente blanca con pecas, tu cabello pelirrojo esparcido sobre la cama, no  supe si seguías borracha de la fiesta, solo me acerque y deje la escoba que traía en la mano.


Me sorprendió que no te detuvieras, me sonreíste, que pecado no hacer nada al respecto, salte sobre ti y te empecé a besar, reaccionaste de inmediato, arqueaste la espalda con deseo y te frotaste en mí, era más de lo que esperaba, sentí como se me subió la temperatura del cuerpo, empecé a desvestirme rápidamente y tú me ayudaste, era como la mejor fantasía, pensé mirando tus pechos preciosos, llenos de pecas, te pusiste arriba de mí, y me deje, eras tan hermosa, tan gloriosa, eras más grande que yo, por mucho, tendrías alrededor de unos 30 y yo a penas 19, pero eso no importaba.


Aquella visión era angelical, empezaste a besarme el cuello, note como mi pene se erguía y se pegaba en tus partes, depiladas, exquisitas, tenía que probarte pero por ahora deje que me hicieras lo que tu deseabas. Y jugaste conmigo, como siempre había querido, solo que las chicas de mi edad incluida mi novia eran tan inexpertas que no era lo mismo, se notaba que tu mandabas en mí. Mordiste mis pezones lo que me sacó auténticos gemidos, te deslizaste hacia mi cadera y te observe poniendo las manos tras la nuca, tal como en los videos que veía, metiste mi pene a tu boca como si superas exactamente lo que quería, me lamiste hasta los testículos y aunque quería seguir viendo a momentos cerraba los ojos ante tanto placer.


Estaba acostumbrado al sexo con mi novia, donde yo hacia todo y me gustaba sentir que usaba su cuerpo para darme placer, pero en esta ocasión, me encantaba sentir que eras tú la que me hacías el amor. Sentía que pronto me vendría, y te lo dije, no me preocupa respondiste tú, era como el mejor de los sueños, sentí como se me acelero el pulso y no pude enfocar la mirada, me vine deliciosamente en tu boca, cosa que mi novia no permitía, y tu hasta te lo tragaste.


Al recuperar un poco el sentido, me di cuenta de que estaba empapado en sudor y había mordido mi brazo, pero no me importo, te levantaste y me miraste de una forma que deseaba que me hicieras lo que quisieras. Tómame sobre la mesa, dijiste, y caminaste hacia un escritorio, obedecí en silencio, te empuje contra el mueble y te inclinaste con tanta rapidez que supe qué hacías aquello seguido, me excite aún más, poder poseer a una mujer madura como tú, era todo un privilegio. 


Me acerque a ti y lentamente te penetre, la vista era espectacular desde mi perspectiva de pie, tus nalgas suaves y prominentes se pegaban en mi cuerpo con cada entrada, empezaste a gemir deliciosamente y tuve que tener mucho autocontrol para no venirme, era muy difícil, sentía como se me hinchaba el glande, como tus líquidos empezaban a escurrir por mis testículos y a gotear en el suelo…



Pedias más rudeza, así que me esforcé en complacerte, tomándote de las caderas y empujando con más fuerza, te tome del cabello y eso te encanto, comenzaste a gemir y sudar visiblemente, yo sentía como mi propio placer comenzaba a superarme, me escuche gemir, sentía como todo el cuerpo se me contraía y fijaba la vista en tu espalda blanca y tu cabello rojo.

El clímax llego primero para ti, afortunadamente pude aguantar unos segundos, y sentí como te estremeciste y contrajiste las paredes vaginales, y eso ya no lo pude aguantar, sentí como mi semen fluía tan caliente y espeso, grite de placer, sentía que perdía fuerza en las piernas, me apoye de la mesa y en ti, encajándote aún más mi miembro, tú te apretabas deliciosamente.


Cuando todo acabo yo aún seguía duro, la sensibilidad de mi pene era enorme y tú lo sabias, no me dejaste salir de ti, solo permitiste algunos minutos de descanso, luego tratando de normalizar mi respiración pensé en que tal vez habías contratado un servicio de limpieza como el que yo prestaba porque era tu fantasía que te limpiaran la casa y te cogieran. Pero no duro mucho ese pensamiento después quisiste otra vez pero ahora en la cama y arriba de mí. Por supuesto no me opuse aunque sabía que seguro terminaría muy cansado, pero valía la pena.


Lo hicimos en la cama, tu cabalgándome sin control, veía tu pechos rebotar, los tome con las manos, estábamos empapados en sudor, en fluidos, tu olías deliciosamente… me sostuviste las manos y te inclinaste en mí, tus senos se frotaban en mis pectorales, sentía que esta vez no podía controlarme, trataba con todas mis fuerzas de contenerme, y de pronto sentí que te contraías nuevamente, al saber que era tu momento próximo al clímax, me deje ir yo también, no sé cómo es que aun salió algo de mí, pues tu parecías quererme dejar seco.



Pasados unos momentos te levantaste bruscamente y me dijiste, sigue con lo tuyo, te contrate para limpiar no para coger. Me pareció un poco grosero, pero todo podía perdonarte cogías como diosa.

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